¿Cuándo decimos “Felices Pascuas”?

Carlos Alonso Vargas
4 min readApr 22, 2020

Creo que la mayoría de los católicos hispanohablantes de la actualidad estamos conscientes de que la Pascua es el día y el tiempo en que se celebra la resurrección de Jesucristo, su victoria sobre el pecado y la muerte: es especialmente el Domingo de Pascua, pero se extiende por cincuenta días más hasta la fiesta de Pentecostés. La Cuaresma, y especialmente la Semana Santa, son el tiempo de preparación que desemboca en esa gran celebración. Comenzando el día mismo de la Pascua nos saludamos diciendo “Feliz Pascua” o “Felices Pascuas”, y muchos también con la gozosa proclamación de los cristianos orientales: “¡Cristo ha resucitado! — ¡Verdaderamente ha resucitado!”

Sin embargo, muchos de los que fueron instruidos en el catolicismo en la primera mitad del siglo XX, y aún unos quince años después, acostumbran decir “Felices Pascuas” con ocasión de la Navidad. Yo lo recuerdo así de mi niñez, y todavía lo oigo en algunas personas conocidas. ¿Por qué?

La Pascua cristiana, que en realidad celebra no solo la resurrección de Jesús sino su pasión, muerte, resurrección, ascensión y efusión del Espíritu Santo (lo que en el catolicismo moderno se llama precisamente el “misterio pascual”), ocurre siempre cerca de la fecha de la Pascua judía (marzo-abril). Esto es así porque fue precisamente con ocasión de esa fiesta que Jesús fue crucificado, y ese acontecimiento le dio a la Pascua su significado cristiano: ya no es solamente la celebración de la liberación de la esclavitud en Egipto, sino de la liberación del pecado y de la muerte por la obra redentora de Cristo. Nuestra palabra “Pascua” viene del latín pascha (pronunciado [páska]), y esta del griego cristiano pásja, la cual a su vez viene del hebreo pésaj, nombre que aún hoy usan los judíos para esa gran fiesta.

A lo largo de la Edad Media, el catolicismo español, quizás por un relativo aislamiento que se dio en el marco histórico de la Reconquista (la lucha contra el dominio de los moros en España), sufrió varias distorsiones, no en su doctrina sino en ciertos énfasis espirituales que se hacían en la religiosidad popular. Un ejemplo de ello tiene que ver precisamente con la Pascua: mientras que en el resto de Europa (incluidos los países latinos como Francia e Italia) el Domingo de Pascua siguió siendo la gran celebración, en el catolicismo popular de España perdió casi toda su importancia. Es por eso que vemos que, todavía hoy, en los países hispanos se da gran realce al aspecto “doloroso” de la Semana Santa (Jueves y Viernes Santo feriados y solemnes, y tradicionalmente con grandes procesiones; Sábado Santo centrado en los “dolores” de la Virgen y su “soledad”), mientras que el Domingo de Pascua es apenas el apéndice de la Semana Santa. Pues bien, esa y otras distorsiones del catolicismo español — que se desarrolló hombro a hombro con la lengua castellana — fueron traídas luego a América en la época colonial.

Y una de esas distorsiones (pequeña, pero de peso considerable) consistió en que el término y el concepto de “Pascua” llegó a significar, no ya la Pascua misma, sino algo como “fiesta de mucha importancia en la Iglesia”. Se llegó a hablar entonces de tres “Pascuas”: la Pascua de Navidad, la Pascua de Resurrección o Pascua Florida (llamada así por coincidir con la primavera y por el uso de las flores, especialmente las azucenas, para la ornamentación de las iglesias), y la Pascua del Espíritu Santo, es decir Pentecostés. (Esta última designación yo creo que ya no se usa, o por lo menos yo nunca la he escuchado; pero si uno busca el término “Pascua” en el académico Diccionario de la Lengua Española se encontrará esas tres “Pascuas”.) Un dato histórico muy conocido es que Juan Ponce de León, al arribar en 1513 a tierra firme al noroeste de las Bahamas, llamó a ese territorio “Florida” porque su avistamiento tuvo lugar el día de la Pascua Florida y el desembarco en los días inmediatamente siguientes.

Y claro, como la fiesta de Pentecostés pasaba casi inadvertida para el catolicismo hispano, y la “Pascua Florida” tenía ese nombre propio y además quedaba eclipsada por la Semana Santa, el nombre de “Pascua” a secas quedó, en la práctica, limitado a la Navidad. Como parte de la amplia obra de renovación de la vida católica que ha tenido lugar después del Concilio Vaticano II (1962–1965), los católicos de habla hispana hemos ido recuperando el sentido capital de la Pascua cristiana y por lo tanto ahora reservamos ese nombre para la celebración anual del “misterio pascual” de Cristo. Por consiguiente, ahora decimos, correctamente, “Feliz Pascua” o “Felices Pascuas” a partir del Domingo de Pascua y durante toda la cincuentena pascual.

Un último detalle: ¿por qué se suele decir en plural, “Felices Pascuas”? Pues por la misma razón por la que decimos buenos días, buenas noches, gracias, disculpas, felicidades y condolencias. Es una especie de “plural mayestático”, que no denota una pluralidad propiamente dicha, sino el realce, importancia o intensidad emocional que se le quiere dar al concepto que se está expresando.

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Carlos Alonso Vargas

Filólogo, escritor, traductor. Cristiano católico que busca la unidad de los cristianos. ¡Jesús vive y actúa en el mundo de hoy!